Surrealismo Artístico
El Surrealismo o Superrealismo es un movimiento artístico surgido en Francia hacia 1920. En este año París iba a ser testigo de la primera manifestación del Dadaísmo (movimiento anárquico), gracias a la publicación "Manifiesto Surrealista" de André Breton, quien se inspiró en el fundador de este movimiento: Tristan Tzara. Este poeta fundador junto a los promotores de esta expresión artística, buscaban trascender lo real a partir del Automatismo Psíquico, que en palabras de Bernice Rose, es por cuyo medio se intenta expresar el funcionamiento real del pensamiento, es decir, es un dictado del pensamiento sin intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
Esta tendencia artística surge en una situación histórica de posguerra, en la que el hombre estaba en búsqueda de un arte nuevo en el cual se pudiese manifestar los elementos abstractos que componían la mente sin juicio alguno. Para esto, se propuso una innovación en la producción artística por medio de nuevos recursos como: la animación de la inanimado, el aislamiento de fragmentos anatómicos, la metamorfosis, elementos y figuras incongruentes, maquinas fantásticas, evocación del caos y perspectivas vacías. Estos recursos resaltan obras artísticas las cuales tuvieron como temas principales de inspiración: el arte de los pueblos primitivos, el arte de los niños y de los dementes; los pensamientos ocultos y prohibidos; el erotismo y el sexo.
Por otro lado, hubo dos corrientes del Surrealismo que van a diferenciarse profundamente en el uso o la ausencia de formas del arte figurativo. La primera es el Surrealismo Abstracto, que es una tendencia pictórica en donde artistas como Masson y Miró crearon universos figurativos personales a partir del Automatismo Psíquico. En donde se pierde toda representación exacta de figuras, sustituyéndola por un lenguaje visual autónomo, en donde es el artista quien plasma las ideas más profundas e irracionales de su subconsciente, ya que esta expresión artística es "un sueño hecho museo" en palabras de José Jímenez, que concluye esto después de analizar la obra "En la Torre del Sueño" de Masson, que según él es semejante a un gran rompecabezas donde las piezas encajan sin conducir ni obligar al espectador a ordenar nada.
En contraste, se encuentra el Surrealismo Figurativo, cuyo máximo representante fue Salvador Dalí, aunque también lo ejercieron pintores como Magritte, Max Ernst y Tanguy. Este movimiento va a rechazar por completo la pintura tradicional y va a caracterizarse por el uso de formas reconocibles propias del arte figurativo, incluso con un uso de detallismo fotográfico para enfatizar escenas oníricas (sueños y pesadillas), o imágenes absurdas por medio de líneas y curvas exageradas, utilizando colores moderados, diferentes ángulos y planos. Con una finalidad de resaltar figuras que son más trascendentes que otras en la pintura, como podemos evidenciar en la obra Relojes Blandos de Dalí.

En consecuencia, el arte surrealista fue el impulso de muchos artistas para reflejar el caos de la mente humana que era causado por una realidad social en la que se extinguía la libertad humana, esto se puede evidenciar en el universo simbólico de las obras. En efecto, este movimiento logra transformar la visión que se tenía del arte y de ahí en adelante va a convertirse en un legado y fuente de inspiración para movimientos artísticos posteriores como: el Experimentalismo, el Existencialismo, el Impresionismo, y por supuesto el Dadaísmo.
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